Mi madre María Casado y los dos abuelos que me criaron en Binéfar eran de Albalate de Cinca: Joaquiné Casado Lachós, de Casa Jorge y Marieta Garrabella Almunia, de Casa el Guaranero. Ellos me trasmitieron, posiblemente sin darse cuenta, el valor de las cosas simples y auténticas, con ellos pasé en Albalate varios veranos de mi infancia.

 Albalate de Cinca sabe en mi memoria a campo,  huertas, acequias, cerezas, miel en bresca de José de la Amparo, pan con vino y azúcar de la Tadea, almendras garrapiñadas de Tía Juana, olivas rellenas de Joserín y hasta gaseosa de sobre de la tienda la Colometa.

Subido en la mulo iba a los  a los campos de la Fontclara y el Nomesiegues (¡qué nombre tan duro, como tantas cosas de esta tierra!). De mis abuelos  recibí costumbres y destrezas de las que poco a poco la vida me ha ido revelando un profundo y escondido sentido, como  la importancia de ir guardando en casa un bote de almendras tostadas, por si viene alguien (¡qué hermoso canto a la hospitalidad!), celebrar la buena cosecha, hacer la cruz en el pan antes de partirlo o colgarse en las orejas cerezas, como si fueran pendientes.

Con Los Titiriteros de Binéfar, compañía que fundé con Pilar Amorós, hemos viajado por todo el mundo, hemos creado muchos espectáculos y discos, y en todos ellos se pueden encontrar rastros de esa infancia de niño de pueblo. En el disco A Tapar la calle, que es posiblemente uno de los más divulgados, aparece la nana que cantaba mi abuela Marieta:

Esta niña romancera

Hoy no se puede adormir

Llamaremos a la virgen 

Y al glorioso San Joaquín

Al abuelo Joaquiné le gustaba la historia de un bandido que ayudaba a los pobres y que se llamaba Cucaracha, por él conocí esa leyenda que ha pasado a ser uno de nuestros espectáculos más conocidos, El Bandido Cucaracha.

Cuando El Periódico de Aragón nos encargó un disco, en el tema Ciudadanos de Aragón hay un guiño al abuelo Joaquíné, pues se cita a Joaquín de Albalate.

Recuerdo haber oído a mi abuelo que la sanmiguelada era la época en la que, transcurrida la siega y la vendimia, los jornaleros, peones y criaus cerraban trato con los amos. Él recordaba la relación de amos y sobrestantes con jornaleros  con una jota que acabé de entender ya siendo adolescente: 

Ya se va poniendo el sol,

Ya se va por los rincones

Ya se entristecen los amos,

Ya se alegran los peones

.

O esta otra de similar sentido: 

.

Ya se está escondiendo el sol

Ya se acaban las labores 

Y el morrudo del amo 

Míralo que cara pone…

Esta tierra profesa un culto escondido pero profundo a la naturaleza, a esa fuerza femenina que fructifica, por eso los árboles no tienen nombres masculinos como peral, cerezo, almendro y se designan en femenino: perera, cerecera, almendrera. La abuela Marieta llamaba en femenino al río Cinca en un dicho popular ribereño:

Cinca traidora, Cinca traidora,

que se ven las piedras y el agua (llega) a la gola.

Si las cosas son cómo las recordamos y nosotros somos y vivimos en parte o en todo fruto de nuestras vivencias y recuerdos,  yo soy fruto de aquellos recuerdos. ¡Gracias!

Paco Paricio, de Los Titiriteros de Binéfar