Me quedé muy sorprendido cuando al principio del confinamiento de esta última pandemia se comentó que un porcentaje bastante alto de hogares (ahora no recuerdo si rondaba el 40%), no tenía una computadora u ordenador, llamarle como queráis. Se buscaba una solución para conectar a profesores y alumnos de forma telemática. Entonces me acordé que hacía poco más de 15 años, las instituciones oficiales nos animaban a tener una en casa, catalogándolo como algo imprescindible.

Con la aparición de los Windows en la década de los 90, el incremento de computadoras personales tuvo un crecimiento importante, aunque en estos primeros años su precio todavía era muy alto y no estaba al alcance de todo el mundo. Ya en la primera década de este siglo, la caída de precios entre otras cosas, hizo que las ventas crecieran de forma exponencial. Los cursos de informática básica se podían encontrar en todos lugares y un gran número de personas de se animaron a acercarse “al futuro”. Las academias comenzaron a aparecer a cientos para dar cobertura a esta demanda creciente y los cursos subvencionados por parte de la administración llegaron a todo el territorio y sectores laborales. Yo mismo impartí decenas de ellos para sectores específicos como el agrícola, autónomos, parados… Personas de toda condición y edad recibieron nociones de ofimática, organización y estructura de archivos, internet y hasta programaciones más avanzadas. Daba la impresión que no solo habíamos entrado en otro siglo, si no en otra era.

Cuando comencé a entrar en contacto con esta tecnología a mediados de la década de los 80, lo que se conocía por informática tenía muy poco que ver con lo que ahora entendemos cuando se pronuncia esta palabra. Manejar una computadora entonces era sinónimo de programación, algo que sonaba muy lejano para la mayoría de la población. Se usaba sobre todo un lenguaje de “alto nivel” *  que a muchos os sonará, el BASIC (Beginners’ All-purpose Symbolic Instruction Code) .  También se utilizaba PASCAL, FORTRAN y C en los compatibles **, entre otros. No había ratones ni iconos de colores en el monitor, que la mayoría de las veces era monocromo o en el peor de los casos, el único televisor que había en casa. Cuando lo encendías, lo único que podía verse era un puntero intermitente esperando que le dieras alguna orden.

Volviendo a comienzos de este siglo XXI y con la llegada de internet, todo esto fue quedando en el olvido. Era algo increíble poder entrar a un mundo sin límites con la ayuda de aquellos MODEMs de 56 KB con los que podías descargar una canción en pocas horas y hasta alguna película en menos de un mes. Algunos nos resistimos a que la computadora se convirtiera en un mero televisor y seguimos intentando sacarle partido con otros usos que nos permitían además de divertirnos, seguir aprendiendo. Apareció el proyecto SETI con el que ponías a disposición tu máquina para analizar paquetes de datos que nos enviaban. Atacábamos sitios web de grandes empresas que se portaban mal, bloqueándoles durante horas o días (ya ha prescrito). Intentamos aportar algo en la mejora de otras utilidades y sistemas operativos para hacerle frente al todopoderoso Microsoft. Aprendimos a crear sitios web con Html, Flash y, más tarde, con PHP.

Desde la llegada de los teléfonos inteligentes no hace más de diez años, parece que todo esto haya quedado en manos de una élite. Los hackers están pagados por los gobiernos y los programadores de aplicaciones y programas son gente con carrera y dedicados profesionalmente a ello. Da la impresión que volvemos a estar en la década de los 80, con la mayoría de la gente alejada de la informática. Estoy seguro que en todos esos hogares donde no había una computadora, si había uno o varios teléfonos de última generación. El uso que en estos momentos se le da a teléfonos y computadoras es, en un tanto por ciento muy alto, a comprar cosas, a poner fotos en las redes sociales y a ver vídeos en Youtube.

Si buscamos en la red el significado de “Analfabetismo informático”  o “Analfabetismo digital”, nos encontraremos algo parecido a esto: Incapacidad del manejo de nuevas tecnologías o su desconocimiento.

¿Quiere decir esto que basta con saber escribir rápido un mensaje de WhatsApp o hacer una foto y subirla a tu red social para dejar de ser un analfabeto informático?

En alguna ocasión alguna señora me comenta que su nieto maneja el teléfono con una soltura increíble y que es un crack instalando y desinstalando aplicaciones. Está claro que para ella todo eso resulta complicado por la falta de práctica y de la intuición de las nuevas generaciones, que han nacido entre estos aparatos. Cuando le contesto que su nieto no tiene ni idea de informática se queda perpleja al no esperar una respuesta así. ¿Acaso calentar en el microondas un plato de comida preparada nos hace buenos cocineros aunque la comida esté estupenda?

Por supuesto que la cercanía a estas tecnologías favorece mucho la integración de la  gente a puestos de trabajo y al ritmo de vida actual pero no es suficiente. Tampoco quiero decir que todo el mundo deba ser un experto programador pero este alejamiento que hemos tenido en los últimos años de aplicaciones de uso cotidiano como hojas de cálculo, procesadores de texto y utilidades de bases de datos, dejan un hueco bastante profundo que deberíamos volver a recuperar.

Me ha alegrado mucho la idea que últimamente se está oyendo con relación a que la programación entre en las escuelas y que las computadoras dejen de ser un complemento a los libros o una herramienta solo para la búsqueda de datos. Esto no solo favorecerá la preparación para el mercado laboral, sino también pienso que abre la mente de la misma forma que lo hace el ajedrez. La creatividad hay que practicarla para que se pueda desarrollar y en este aspecto, la programación contribuirá a que los alumnos estén más capacitados para resolver problemas complejos. Como dice Jesús Moreno, uno de los fundadores del proyecto “Programamos” ***  :

» Al aprender a programar y al desarrollar el pensamiento computacional se fomenta la creatividad, el emprendimiento y la cultura libre, aumenta la motivación, mejora la autonomía, se trabajan estrategias de resolución de problemas, se conocen diferentes formas de comunicación de ideas… Todas estas destrezas son realmente útiles para cualquier estudiante sin importar la disciplina de su futura actividad profesional, y consideramos que es la preparación ideal para el mundo de hoy, que cambia a velocidad de vértigo y en el que la gente debe inventar soluciones innovadoras constantemente para enfrentarse a nuevas situaciones inesperadas.»

*  “Alto nivel” se refiere a que está más cerca del lenguaje humano que el que utilizan estas máquinas.

**   ”Compatibles” con IBM      https://es.wikipedia.org/wiki/Compatible_IBM_PC

***  https://programamos.es/