«A esto habría que añadir el desprecio que se deriva de leer también todo el tiempo frases con faltas de ortografía, sin interrogante de apertura, sin comas que acoten vocativos, sin tildes, y obviamente muchas veces sin el menor gusto por las palabras, que comparecen ahí, en ese tuit de un político electo, en esa carta pública del partido que sea, como pedradas de comunicación. De hecho, si atendemos a las aptitudes alfabéticas —si me permiten la aliteración gratuita— de cantantes de OT, futbolistas, presentadores de televisión o actores (es decir, de aquellos que representan el triunfo social para la mayoría de la población), el hecho de no saber decir, de ignorar normas básicas (EGB) o de meter la pata tuit a tuit, no conlleva asombro alguno, y así queda claro que escribir bien (incluso, escribir con una mínima corrección) no tiene ningún valor en nuestra sociedad.»

Cuando el Vips era la mejor librería de la ciudad. Ed. Círculo de Tiza; Alberto Olmos