14 de abril y cumplimos un año. Antes de nada os vamos a confesar que el otro día nos reunimos todo el equipo editorial y que para celebrar tan señalada fecha estábamos entre coger las perras de la caja de caudales y reventarlo todo en una fiesta salvaje, con cocaína y volquetes de putas  en nuestra segunda residencia en Marbella o escribir un breve editorial como este. Si nos hemos decantado por esta segunda opción ha sido por no tener un concejal en nómina, uno de esos ante el que se abren puertas y piernas con solo que asome la cartera, tipo la película El reino. Algunos pensaréis que los cojones, que no lo hemos hecho por el confinamiento o porque no hay caja de caudales que valga, que “bastante tenéis con ir tirando, perroflautas comunistas,” y quizás tengáis razón, nunca se sabe, cada cual que se crea la versión que más le guste. En cualquier caso, vamos a lo que toca, porque en un mundo que cambia a pasos agigantados, en el que las noticias nos llegan por las decenas de conductos que ponen a nuestro servicio las grandes empresas y se van amontonando una encima de otra de manera que lo que se dijo ayer hoy ya es viejo, la Yokna llega a su primer aniversario con una salud de hierro que atestiguan las más de 13.000 visitas que ha recibido. Más de 1000 entradas al mes son muchas para un medio que solo puede paliar la acuciante falta de recursos económicos que acecha a toda iniciativa cultural con el esfuerzo que aportan sus redactores. Bien cierto es que nuestro talón de Aquiles es la continua búsqueda de nuevas plumas (¿o deberíamos decir ya teclas?) que quieran mostrar sus trabajos aquí, sobre todo femeninas, lo que es un lastre que puede acabar pesando demasiado en un futuro próximo, pues sin opiniones y versiones dadas desde el lado de las mujeres, esto no tiene mucho sentido. Sois nuestras principales lectoras, eso lo sabemos, pero no colaboráis como redactoras…¿por qué? Pues por una mezcla de todo un poco, pero esa falta de atrevimiento nos conduce a comportamientos alejados de una higiénica paridad que es necesaria y  fiel reflejo de nuestro tiempo. En cualquier caso y a falta de ir mejorando la sensación es buena, aunque tampoco queremos venirnos excesivamente arriba y darnos por satisfechos, porque como bien dijo el poeta francés Alfred de Musset, lo importante no es llegar a la cima, si no mantenerse en ella, lo que hace que este segundo año que ahora se abre ante nosotros sea, si cabe, aún más importante que el primero. Sin vendernos (todavía) al gran capital resistimos con férrea determinación los continuos cantos de sirena con los que las grandes corporaciones riegan nuestros oídos y nos negamos a dejar entrar su dinero en nuestra revista. Bien es cierto  que entonces podríamos pagar suculentos sueldos por cada artículo, emprender agresivas campañas de márquetin o aparecer en esos popurrís de noticias que a todos nos llegan al teléfono, pero también (no hace falta ser muy espabilado para llegar a esta conclusión) que así perderíamos la necesaria independencia que todo medio de comunicación debe tener para poder decir lo que le dé la gana, aún a costa de llegar a un limitado número de lectores.  

Así pues, este 14 de abril soplamos una vela, sabedores de que serán muchos más y de que la continua incorporación de nuevos redactor@s  irá dotando a la Yokna de más puntos de vista y de pluralidad de opiniones, lo que en definitiva debe ser el objetivo de cualquier publicación que aspire a un mínimo de espíritu crítico. Esta primavera abriremos la revista a otras artes para que la gente pueda mostrar sus creaciones y seguiremos publicando a todo el que quiera y se atreva a dar su punto de vista sobre el tema que considere oportuno. Aquí no se censura nada y si en otro lugar no os quieren publicar vuestros escritos, mejor, porque eso sí será una noticia: recuerda que noticia es todo aquello que alguien no quiere publicar, lo demás es publicidad. Cada cual es dueño de sus palabras, dichas o escritas, así que ya sabéis, mandar lo que queráis que nosotros lo publicamos y vosotros corréis con las consecuencias. Y además os sale gratis, que de momento no hemos hecho pagar a nadie, aunque todo se andará: si llegamos al segundo cumpleaños y lo queremos celebrar a lo grande, a falta de concejal, al menos que no falten las perras.